sábado, 27 de diciembre de 2008

¿Competir o cooperar?


Articulo de Opinión
CREO que a estas alturas decir que el capitalismo ha fracasado no es ninguna novedad, es tan evidente como el fracaso del comunismo, como siempre, los extremos no mantienen el equilibrio de un sistema; si uno fue malo por su falta de motivación y libertad, el otro ha permitido con un ansia de competir y de descontrol, llegar a la situación internacional actual.

Por lo tanto, qué ha pasado, porque siempre termina imponiéndose la ley del péndulo, que va de un lado a otro, por qué no se para y se encuentra el equilibrio, ese equilibrio que permita que los pueblos se desarrollen, que permita que quien tenga ambiciones pueda realizarse y quien sea más conformista pueda tener una vida digna y a la vez quien no tenga la oportunidad de una u otra forma de vida y quede a la suerte de su porvenir, tenga al menos la cooperación necesaria para salir de fondo.

Esto es extrapolable tanto al ámbito personal, social, nacional e internacional; es decir, lo mismo que ocurre en una familia, pasa en un pueblo, en una nación o en el mundo entero, como es el caso de la grave crisis que tenemos actualmente y que más que una crisis, ya es una hecatombe económico-financiera.
Pero la causa raíz de este enorme problema no sólo es la falta de gobernanza internacional en este mundo globalizado donde cualquier decisión de cualquiera ámbito afecta a todo el mundo, el efecto mariposa es continuo y constante.

En el fondo hay un verdadero problema de conciencia, donde el que tiene quiere más e incluso llega a la ambición más obsesiva y el que no tiene y no encuentra la fórmula necesaria entra en la más profunda desesperación y depresión, creando los dos polos opuestos del péndulo.


Después de varios años donde he podido experimentar distintos modelos de gestión de empresas y/o entidades, creo que no existe un modelo que sea estándar, que sirva como modelo tipo para el buen funcionamiento de una organización.

El modelo de Economía Privada, ha evolucionado muchísimo en el objetivo número uno de cualquier empresa con ánimo de lucro; es decir, ganar dinero y ser rentable y competitiva, se traza objetivos de todos los tipos, siempre en la línea de mejorar su mercado y ser atractivos en sus ofertas, la estrategia es dar primero y ocupar el mercado antes que la competencia con aquellos productos que piden la sociedad, a veces se genera esa necesidad para activar la demanda. Esto genera un círculo vicioso que termina en una enorme competición entre las empresas; al final, o estás dentro de los primeros o desapareces del mercado.Los salarios de los ejecutivos tienen un componente muy elevado por consecución de objetivos y se empieza a perder conciencia de los valores sociales corporativos de la empresa, limitándose sólo a cubrir el expediente para pasar las auditorías y a operaciones de marketing, con el objetivo de prestar toda la atención en el objetivo número uno: ganar dinero, ser los números unos, cubrir objetivos y llevarse el importante y suculento bocado de la tarta de los beneficios, lo demás es importante, porque hay que tener a la sociedad contenta y libre de remordimientos, pero queda en segundo lugar. Es decir, la competición entre personas y empresas.

El modelo de Economía Social, sin embargo, no ha evolucionado en ese sentido, aunque hay que reconocer que al incorporarse en sus consejos rectores personas más y mejor formadas han mejorado mucho la gestión de sus empresas, no obstante han mantenido los valores corporativos que tradicionalmente han destacado a las cooperativas y sociedades laborales y autónomos, llegando incluso a introducir dentro de sus gestiones sociales todos las nuevas demandas de sus socios; por lo tanto, su objetivo número uno, que no es otro que el de alcanzar las mayores cuotas de mejoras sociales para sus socios, distribuyendo los beneficios entre ellos, también se ha conseguido, aunque en muchas ocasiones por nos decir en todas, estos beneficios no hayan cubierto las expectativas deseadas; ya que estas empresas no alcanzan el nivel de competitividad que el mercado tiene y por ende esas ventajas no las puede trasladar a sus socios o clientes; sin embargo, mantiene intacto e incluso mejorado sus valores corporativos sociales. Es decir, la cooperación entre personas y empresas.

De los dos modelos he aprendido muchas cosas, unas buenas y otras no tan buenas, y los dos han incorporado en su organización rasgos característicos del otro, en la Economía Privada, se ha puesto por encima y por delante de todo la opinión del cliente o consumidor, se ha tenido en cuenta las opiniones de los colaboradores y se han introducido en la gestión fórmulas que beneficie al entorno (todo esto característico de la Economía Social y que ya llevaba décadas dentro de sus señas de identidad), en la Economía Social, se han profesionalizado las gestiones y se han marcado objetivos en las distintas áreas de funcionamientos de la empresa (rentabilidad, calidad, ventas, control del gasto..., aspectos estos muy tenidos en cuenta en la economía privada), lo que en un modelo lleva a una ambición exacerbada provocando una verdadera crisis del mercado, en el otro lleva a más de una empresa a cerrar por falta de rigor en los procedimientos y por una estrategia poco definida de rentabilidad.

Es por ello que estoy convencido de que el modelo ideal es aquel que sea capaz de mantener las técnicas empresariales correctas para ser competitivos y alcanzar unos objetivos lógicos para ser rentables y a la vez que mantenga unos valores auténticos y verdaderos de distribución de sus beneficios en mejoras entre la propia empresa y la sociedad, permitiendo a la vez que de una forma cooperativa el mercado de cabida a todos.
Esto es una utopía, pero creo que merece la pena intentarlo y volver a recuperar la credibilidad pérdida de toda la sociedad en un mercado que lejos de ser capaz de regular el sistema, lo que ha hecho es crear unas diferencias gigantescas entre unos y otros, y crear una crisis que como siempre la tendremos que pagar entre todos.

Sin embargo de lo que si estoy seguro es que ante este tipo de problemas, ante esta crisis, el modelo privado no tiene mecanismos para salir a flote más allá de el propio funcionamiento de sus empresas, que ya es algo, y por eso se está apostando por parte de todos en mejorar su rentabilidad y el mantenimiento de las mismas y sus puestos de trabajo; sin embargo, el modelo social, si puede como lo ha demostrado en muchas otras ocasiones de crisis, que podrá generar autoempleo y nuevas formulas de cooperativas y sociedades laborales que aprovechen el tejido productivo local y endógeno, para sacar adelante pequeños o grandes proyectos que aproveche la demanda de empleo local para cubrir la demanda de servicios local y buscar así el equilibrio necesario.

Este será otra vez el momento donde resurjan numerosas empresas de economía social y es por ello que debemos entre todos apoyar estos microproyectos que puede ser una salida para esta crisis donde a más de uno lo va a dejar con la nostalgia de las épocas de grandes beneficios y grandes sueldos y que seguro que tardará en volver.Sé que es difícil encontrar el equilibrio del péndulo, pero estamos obligados a buscarlo entre todos para conseguir una sociedad más justa, donde algunos no ganen tanto y otros no ganen tan poco, la regla perfecta es la de yo gano y tu ganas, por eso ante la competición y la cooperación, prefiero la cooperación, pero eso sí, una cooperación eficaz y eficiente, de calidad y con objetivos claros.
Huelva Información