Un albañil en paro de Bonares pone en marcha una granja para la cría de gasterópodos terrestres y su comercialización Espera producir 1.000 kilos al año destinados al consumo
John F. Kennedy popularizó aquello de que en el idioma mandarín la crisis se escribe igual que oportunidad. La frase quedó para la posteridad y como una verdad absoluta, si bien la sentencia, lejos de ser cierta, trataba de subrayar la filosofía con la que los orientales afrontan estos periodos económicos: como una invitación para emprender. José Manuel Prieto encarna ese espíritu. A él no le ha temblado el pulso para reciclarse profesionalmente tras ser desterrado, como tantos otros profesionales, del mercado laboral al paso del tsunami dejado por el estallido de la burbuja inmobiliaria. Sin esperanzas de ejercer su profesión de albañil más allá de unos meses al año, el joven bonariego se ha embarcado en una alternativa económica poco explotada en la zona: la helicicultura (el cultivo de caracoles).
Prieto explica que, aunque puede existir la percepción de que se trata de una profesión meramente contemplativa, nada más lejos de la realidad. Al igual que cualquier explotación ganadera, necesita dedicarle una enorme inversión en materia de tiempo para conocer la fisiología de estos moluscos, su biología y ciclos de desarrollo.
No en vano es necesario conocer las principales patologías, afecciones y depredadores que pueden acabar con la vida de estos pequeños animales. A ello cabe añadir los vastos conocimientos sobre sus hábitos de nutrición e higiene para mantener en óptimas condiciones los criaderos y garantizar así las mejores condiciones de humedad y temperatura que logren un clima idóneo que favorezcan el mejor engorde y reproducción del caracol. "Además de toda la fase de aprendizaje, este trabajo es un continuo ensayo-error. Hay que dedicarle tiempo", insiste el empresario.
El resultado final es un producto carnoso y ecológico, pues su alimentación es totalmente natural. En concreto, su dieta está compuesta de vegetales (acelgas, cardos) y piensos naturales compuestos principalmente de cebada (60%) y el resto, a partes iguales, de soja y maíz; así como carbonato cálcico que les endurece la concha.
Más difícil que la formación fue, si cabe, las dificultades de encontrar financiación. Toda la infraestructura se ha realizado de forma progresiva, invirtiendo una media de 3.000 euros, aunque matiza que si es posible lograr la rentabilidad es porque finalmente no se ha contabilizado el tiempo que ha requerido levantar esta humilde explotación de 400 metros cuadrados. En ella conviven algo más de 5.000 reproductores de la especie helix aspersa muller, si bien su objetivo es ir ampliando de forma paulatina los criaderos una vez ponga en el mercado la primera remesa de esta delicatessen gastronómica. La meta es lograr una producción anual de 1.000 kilos en dos periodos del año.
Prieto explica que "aunque este tipo de caracol no tenga un mercado muy extendido en la provincia, donde existe una mayor tradición por las cabrillas, el helix está considerado un producto gourmet en zonas como Aragón, Galicia y el resto del norte de España".
La fase de comercialización también ha entrañado un reto a nivel empresarial. En cualquier caso aquí ha querido jugar con una red de seguridad: "Tenía claro que más allá del precio al que se vende el producto (que llega a unos ocho euros al consumidor final), para embarcarme en el negocio era prioritario que tuviera demanda". De este modo, subraya que le animó el hecho de que en España sólo se genere el 20% de la producción que se consume en todo el país". Gracias a ello ya disfruta de distribuidores que le dan precio una vez tenga la primera fase de producción.
H.Informacion